Bentara noa, bentatik nator, bentan da nere gogoa, bentako arrosa krabelinetan hartu dut amodioa.

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2024(e)ko urriaren 10(a), osteguna

Zabalguneko merkatua

 Se anuncia que esta semana va a empezar el derribo de las tres plantas subterráneas del viejo aparcamiento del Ensanche para construir uno nuevo, al que se añadirán dos plantas más, para lo que será necesario excavar en la roca virgen. Pero, ¿cómo era este lugar antes de que calles y edificaciones de viviendas lo rodearan, antes del mercado, el jardín urbano y el aparcamiento? En épocas anteriores al planeamiento de la expansión de Bilbao por la vecina anteiglesia-municipio de Abando, la zona que sería ocupada por el Mercado de Abandoibarra -o del Ensanche- eran campos y prados entre estradas que comunicaban las inmediaciones de la iglesia de San Vicente de Albia con un conjunto de caseríos ubicados en la zona que hoy es confluencia de las calles Henao-Elcano-Máximo Aguirre y que, prolongándose hacia el Oeste, llegaba hasta la Casa de Misericordia, San Mamés y Basurto. 

Los diferentes planos dibujados del territorio a lo largo del siglo XIX lo muestran con claridad: entre las calles Obispo Orueta y Ercilla existían un par de caseríos al borde de una estrada (uno de ellos justo donde estuvo la pastelería Jauregui y otro donde está hoy Pan Menesa) y ante ellos, un territorio virgen que poco a poco se fue ocupando con edificios ajustados a las alineaciones previstas por el Plan de Alzola, Hoffmeyer y Achúcarro. 

La localización de la iglesia de San Vicente (en el ángulo inferior izquierdo de los planos) permite entender lo que procedía de tiempos históricos y el desarrollo que se fue desplegando. Los dos primeros planos muestran el territorio rural con un óvalo blanco donde se establecería el futuro mercado, el tercero ofrece la combinación del espacio rural y el previsto desarrollo urbano, y el cuarto y quinto expresan el paulatino crecimiento edificatorio en la zona alrededor del mercado. 



El 7 de marzo de 1887 un nutrido grupo de vecinos de la zona de Albia, entre los que se encontraban algunos de los mayores propietarios de suelo, como Pablo Alzola, los hermanos Ezequiel y Juan Antonio Urigüen, Ramón Rotaeche, José Luis Villabaso, Eustaquio Allende-Salazar, Manuel Maguregui, Andrés Arana y el IV Marqués del Socorro (José Mª Solano Eulate), entre otros, elevaron al Ayuntamiento una solicitud mediante la que reclamaban la construcción del mercado previsto desde años atrás y reclamado insistentemente, pero de momento no edificado. La vida cotidiana de los ya residentes resultaba incómoda y los negocios inmobiliarios se veían perjudicados en la zona por la carencia de algunos servicios públicos fundamentales, como era el caso de un mercado cubierto y espacioso. 

En respuesta a esa solicitud, el arquitecto municipal de Bilbao, Edesio Garamendi González de la Mata diseñó́ el primer proyecto que se presentó́ al Consistorio el 19 de agosto de 1887. Se trataba de tres pabellones-mercado que podían construirse en diferentes fases. De hecho, en primer lugar, se construyeron los dos pabellones de los extremos, dejando entre ambos un espacio libre a modo de plaza en cuyo centro se instaló́ un reloj sobre una columna. 

1900. Imagen de la plaza del mercado con los dos pabellones laterales construidos y el cuerpo central sin construir. Al fondo edificios 2, 4, 6, 8, 10 y 12 de la calle Henao y a la derecha palacetes en Henao e Ibáñez de Bilbao; el más cercano fue construido en 1879 y detrás se encontraba el palacete edificado en 1889 y entregado al Obispado en 1950.

1900. Pabellón próximo a Colón de Larreategui, visto desde la plaza interior, pues el cuerpo central estaba aún sin construir, con los edificios 1 y 2 de Astarloa, en esquina, al fondo. 

1896. Pabellón aislado -y el cuerpo central sin construir- visto desde el cruce entre Henao y Ercilla. Al fondo, medianeras oscuras del 15 de Ibáñez de Bilbao y medianeras blancas del 18 de Colón de Larreategui, en construcción. Falta por construir, entre ambas medianeras, el 17 de Ibáñez de Bilbao.

1900. Plaza interior y el cuerpo central sin construir. A la derecha, el pabellón colindante a Henao; detrás inmuebles 14 y 16 de esa calle. A la izquierda, inmuebles 7, en construcción, y 9 de la Plaza del Ensanche. 

En 1899, la ciudadanía de Abando pidió́ al Ayuntamiento de Bilbao que se hiciese el tercer pabellón. El arquitecto de este tercer pabellón que conectaba los dos anteriores fue Raimundo de Beraza, propuesto para ser contratado como arquitecto particular externo para llevar la dirección técnica de las obras de construcción del pabellón central del Mercado del Abandoibarra, evitándose así́ la paralización de dichos trabajos por insuficiencia de personal facultativo municipal, al hallarse vacantes las plazas de Arquitecto Jefe y Arquitecto Ayudante del Servicio de Obras Públicas Municipales. Beraza presentó su proyecto el 21 de junio de 1904 para completar la estructura metálica y cubierta de chapa ondulada con un diseño distinto del de Garamendi, sobre todo, en la cúpula central, que Beraza hizo más ampulosa. En su interior, debido a su disposición, no permitía más que la colocación de puestos fijos, sin sitio para la venta ambulante y las regateras. 

1905. Mercado con el cuerpo central construido, visto desde el 29 de Colón de Larreategui. A la derecha, fila de miradores de Colón de Larreategui 18. 

1905. Mercado con el cuerpo central construido, visto desde el 27 de Colón de Larreategui.

1905. Mercado con el cuerpo central construido, visto desde el centro de la calle Astarloa. 

Finalizada la guerra civil, el 11 de diciembre de 1939 la Comisión de Gobernación del Ayuntamiento de Bilbao, “ante el deplorable estado en que se encuentra el Mercado del Ensanche con motivo de la paralización de las obras que se iniciaron para habilitar en él un depósito de frutas, lo que redunda en evidente perjuicio para el decoro y ornato público, se decidió por su derribo total emplazando, en su lugar, otro de nueva planta”. Tal mercado debía constar de un sótano para actividad de los mayoristas, una planta baja para la compraventa entre minoristas y clientela, y un primer piso para servicios municipales diversos, tales como el Instituto de Vacunoterapia e incluso una sala para ensayos y actuaciones de la Orquesta, la Banda y los Coros municipales.

Sin embargo, cuando tres años más tarde el arquitecto Juan Carlos Guerra, como Arquitecto Jefe de Obras Municipales, presentó una primera propuesta de nuevo mercado, las mencionadas condiciones no estaban contempladas en su integridad. En ella se planteaba la ocupación del mismo suelo que había ocupado el mercado anterior. Rehundido 1’50 metros respecto al nivel de la calle, constaba de una sola planta cubierta con bóvedas a 4’40 metros de altura a lo largo de tres crujías (10 metros la central y 9 metros las laterales), con las que se buscaba “obtener un efecto de esbeltez”, y la parte superior externa era un espacio público ajardinado con grandes jarrones y una gran fuente de agua en el centro, como adorno. El estilo estaba impregnado de un contenido pero evidente historicismo. 

En su Memoria del 18 de septiembre de 1942, el arquitecto Guerra justificaba la demolición del viejo mercado así: “En la época del auge de las estructuras metálicas se juzgó, como solución más simple, dotar de cubiertas a las plazas públicas en que se celebraban mercados. Luego estas estructuras fueron cayendo en desuso por lo elevado de los gastos de conservación. En el caso que nos ocupa ocurre además que, al convertirse por causa del desarrollo urbano en un lugar céntrico, con edificaciones de importante altura, resta volumen de aire y entorpece con su mole la visibilidad”. 

Para algunos bilbaínos el viejo mercado era un inmueble “sucio y negruzco”, lo que seguramente era verdad no por su naturaleza, sino por motivos de mal mantenimiento y falta de adecuada limpieza, pero si se hubiera conservado hasta el presente, sin duda, hoy lo consideraríamos una pieza destacada de la arquitectura del hierro, de la que no han sobrevivido en la villa muchos ejemplos. 

Lo cierto es que se barajaron diversas ideas acerca de la forma que debía adoptar el nuevo mercado, soluciones que iban desde el mercado semi-subterráneo y monumental, ocupando toda la superficie de la plaza en una sola planta, junto a la idea de que el mercado debía ser mucho mayor que el anterior, para atender las necesidades tanto del Ensanche-Albia como las de los barrios situados al sur de la Gran Vía. En 1942 se tuvo en cuenta que éste tenía que destinarse exclusivamente para el barrio en que estaba enclavado, dejando margen al Ayuntamiento para la construcción de otros en los puntos (Indautxu, Rekaldeberri...) que fueran necesitados. 

No obstante, la idea de volver a ocupar todo el espacio disponible no agradaba al Consistorio, así que se solicitó al arquitecto Estanislao Segurola una propuesta de ubicación que permitiera liberar parte de la plaza. La idea consistía en agrupar la superficie útil necesaria en dos plantas y, así, despejar suelo para otro uso público. En su planteamiento de noviembre de 1943 Segurola concentró toda la edificabilidad en la parte cercana a Henao, como un volumen contenido entre esta calle y la prolongación de Ibáñez de Bilbao. La parte delantera del solar quedaba destinado a jardín público.

Atendiendo a ello, un año después Guerra elaboró otro diseño más cercano a lo que se quiso desde un primer momento, al menos en lo referido a una planta sótano para mayoristas y otra para minoristas, olvidando la poco viable idea de situar un jardín sobre la cubierta del mercado. El estilo arquitectónico que Guerra aplicó a esta segunda propuesta era de un racionalismo bastante estricto que contrastaba con el adornado historicismo de su propuesta anterior.

A pesar de su condición de Arquitecto Jefe, el proyecto de Guerra fue puesto en comparación con el elaborado por Germán Aguirre Urrutia, quien tenía el cargo de Arquitecto Ayudante de la Dirección de Arquitectura municipal. Las autoridades edilicias, en concreto la Comisión de Gobernación, quisieron tener la oportunidad de considerar y analizar dos propuestas distintas para valorar las ventajas de puntos de vista diferentes, pero de indudable calidad profesional. El punto de partida para ambos técnicos era el informe de necesidades elaborado por la Ponencia de Gobernación el 11 de enero de 1944, dentro del cual su segundo punto recomendaba “huir de toda suntuosidad en la construcción del inmueble”.

 Así, en un informe elaborado a partir de la reunión de la Comisión celebrada el 12 de agosto de 1944 se analizaban en detalle ambas propuestas, señalándose sus puntos fuertes y sus aspectos débiles. El informe no recomendaba ninguna de las dos propuestas, dejando la decisión a cargo de la Alcaldía y ésta se decantó por la de Germán Aguirre, del cual la Comisión citada decía que era “de mayor amplitud y traza más ornamental que el del Sr. Guerra”, si bien tres veces más costoso, pues el primero se presupuestó en 1.732.452 pts. mientras el segundo alcanzaba la cifra de 4.548.421 pts. Este pequeño concurso restringido a los dos principales arquitectos municipales sirvió para establecer de “manera definitiva su criterio”, el cual quedó establecido el 5 de septiembre de 1944.

Las obras de hormigón se adjudicaron aquel mismo mes e, iniciadas de inmediato, el proceso de construcción se dilató en el tiempo. Dificultades en el suministro de materiales de construcción llegaron a constituir una pesadilla dado el aislamiento internacional que la España de la autarquía vivió durante la década de los años 40. Así lo recogía Juan Carlos Guerra en su informe final: “Comenzadas las obras a un ritmo aceptable (en 1945), fueron demoradas al llegar al forjado correspondiente al techo del sótano, ya que los suministros de hierro y cemento fallaron, y aunque el contratista adelantó parte de algunas cantidades no podía cubrir las necesidades de la misma; y por lo tanto, estas obras se fueron retrasando lamentablemente”.

El proyecto de Aguirre contemplaba una planta en semisótano, una planta general en entresuelo y una planta primera en la zona de la fachada principal. En la planta semisótano se situaban los puestos de venta de pescado al corte (puestos cerrados con entrada posterior) y pescado menudo (mesas de mármol con frente al público situados en la parte central de esta planta), así como departamentos para la limpieza y la venta de despojos. El resto del semisótano se destinaba a cámara frigorífica, almacenes generales, y servicio de guardería y limpieza. En la planta principal se situaban los puestos de venta de carne en general, frutas, pan, queso y mantequilla. En la planta primera se situaban los puestos de venta de carne lanar, aves y huevos.

En la fachada a la calle Henao y con separación neta de lo anterior se ubicaban los servicios de Administración, Fiel contraste, decomisos, despacho de Veterinario y Laboratorios. Desde esta planta, mediante un voladizo sobre la principal, se podía inspeccionar en todo momento la sala de ventas del mercado. El número de puestos fijos previsto era el siguiente: Ganado vacuno 20, Ganado de cerda 9, Ganado lanar y cabrío 15, Aves y caza 8, Huevos, queso y mantequillas 14, Pan 4, Semillas 2, Despojos 2, Verduras y frutas 16, Pescado al corte 20, Vaciado 2. TOTAL de puestos de venta: 112. En la planta principal se había previsto, además, espacio suficiente para 104 instalaciones provisionales de verdura al por menor, y en el semisótano para 30 puestos de pescado menudo.

 La entrada de mercancías, tanto al almacén como a los puestos de venta, se efectuaba por la parte posterior al mercado, colindante a la fachada a la calle Henao, mediante una calle cubierta que, evitando en lo posible el estacionamiento de vehículos fuera del recinto del mercado, permitía que las calles circundantes pudieran tener un aspecto despejado y la mayor limpieza posible.

El acceso del público se efectuaba por una entrada única de amplias dimensiones situada en la fachada principal, prefiriéndose esta solución a la de entradas múltiples por reunir mejores condiciones y facilitar la vigilancia. La comunicación entre las diferentes plantas se efectuaba por medio de cuatro escaleras de gran anchura situadas en las esquinas del edificio. Junto a la entrada principal y bajo las escaleras de acceso a la planta entresuelo se hallaba un doble grupo de servicios higiénicos, totalmente aislados del resto del edificio.

Construido en hormigón armado con grandes luces, disponía en la planta principal una estructura porticada curva para conseguir gran ámbito y luminosidad. El cierre de las fachadas se concibió realizado mediante fábrica de ladrillo y grandes ventanales de carpintería metálica.

La ejecución de las obras se encomendó, mediante concurso público, a la Sociedad Limitada Viuda e Hijos de Goiría, de Bilbao, que realizó las estructuras de hormigón, y a la Sociedad Industrias Iberia, de Madrid, que se encargó de las bóvedas de cristal traslúcido.

En enero de 1950 comenzaron las obras de repavimentación de la plaza entonces llamada del Conde de Aresti y la calle Astarloa. El Plenos municipales de los meses de enero, febrero, marzo y abril de 1950 aprobaron certificaciones de las obras de cubierta de vidrio y cristalería, carpintería, electricidad, contadores de agua... En los siguientes Plenos fueron sacándose a concurso el suministro de herrería, ladrillos, vidrios, pintura, instalaciones frigoríficas... y aprobándose certificaciones de cantería. La adjudicación mediante subasta de los últimos puestos que quedaban libres se llevó a cabo el 3 de junio de 1950. La Dirección de Arquitectura convocó el 6 de junio de 1950 un concursillo para el desmontaje de los puestos instalados en el mercado provisional de las calles Mazarredo y Ercilla.

Estado de las obras del nuevo mercado en el otoño de 1949. Como se puede ver, en la parte delantera y en parte de la calle Colón de Larreategui se permitió la instalación provisional de puestos de venta en tinglados precarios. 

Finalmente, el mercado fue abierto al público el 8 (planta sótano) y 9 de junio (planta principal). La inauguración oficial tuvo lugar el 17 de junio, sábado, aprovechándose la circunstancia para dar un nuevo nombre a la plaza, que a partir de entonces pasó a denominarse Conde de Aresti, perdiendo el de Abandoibarra. Asistieron las autoridades habituales, alcalde Joaquín Zuazagoitia, presidente de Diputación Javier de Ybarra, jefe provincial del Movimiento franquista Genaro Riestra, el arcipreste Domingo Abona y Enrique Aresti, hijo del homenajeado fallecido. Actuó la banda de música de la Santa Casa de Misericordia.

La inauguración del mercado se retrasó por razones políticas. Se quiso que el acontecimiento tuviera lugar en vísperas del 19 de junio, como celebración de la fecha-aniversario de la “liberación” de Bilbao por las tropas franquistas. Al mismo tiempo que este mercado de Abandoibarra, se inauguraron más de 1.000 viviendas en el nuevo barrio de San Ignacio, el ambulatorio de Dr. Areilza, la estación de ferrocarril de Abando y otras infraestructuras. Francisco Franco visitó Bilbao con tal motivo.

En septiembre de 1944 las obras del nuevo mercado se habían presupuestado en 3.548.165 pesetas, pero el coste real, concluida la obra seis años después, fue de 5.000.000 pesetas. Por su parte, la habilitación de los jardines delanteros tuvo un coste de 610.000 pesetas. La novedad aportada por estos jardines era que para acceder a su espacio interior había que descender unas escalinatas, desde Colón de Larreategui, que conducían a una superficie situada a un metro, aproximadamente, por debajo de la acera de las calles circundantes. Esta disposición proporcionaba a los usuarios del recinto ajardinado una gran sensación de seguridad al quedar protegidos y separados con claridad del tráfico automovilístico. Esta peculiaridad era similar, aunque contraria, a la que facilitaban los jardines de Albia, en los cuales la seguridad venía dada por estar situada su superficie por encima de tres de las cuatro calles que la rodeaban y que, por fortuna, aún es así. 

1950. Conjunto de mercado y jardines recién terminados. El inmueble 17 de Ibáñez de Bilbao aún no se ha construido y en su espacio se observa el edificio de una sola planta con funciones de lavandería.





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