Bentara noa, bentatik nator, bentan da nere gogoa, bentako arrosa krabelinetan hartu dut amodioa.

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ERKOREKA (SIGLO XI). EL PRIMER CASERIO DE BIZKAIA. (P.S. EL APELLIDO ERKOREKA). Hidalguía. LEKEITIO 1797. SE NECESITAN CORSARIOS.

 El caserío Erkoreka, situado en la parroquia de Larrauri del municipio de Mungia (Bizkaia), es el primer caserío con nombre e identidad propia que conocemos en la historia de Bizkaia. Es un caserío milenario.

En el año 1053 Erkoreka pertenecía a los primeros Señores históricos de Bizkaia, Enneco Lopez y su esposa Toda Ortiz, quienes probablemente administraban su extenso señorío desde su sede familiar en el cercano castillo de Zarragoiti, sobre el puerto de Bermeo. Un martes -"III feria"- de un mes incierto de aquel año, estando reunidos en un lugar llamado Tuga, "en presencia de todos los señores de Vizcaia" es decir, de algunos de los miembros de su pequeña corte señorial formada por cabezas de familia guerreros y autoridades eclesiásticas locales, como Sancho Ortiz de Aulestia, Sancho Garcés de Villella o el abad Munio de Mungia,... que actuaban como testigos, firmaron un pergamino en el que donaban el islote bakiotarra de San Juan de Gaztelugatxe -"Sancti Ihoannis de Castiello, quod est in territorio de Bakio, et alia parte de Bermeio"- a un monje llamado Zianno, perteneciente al gran monasterio aragonés de San Juan de la Peña (hoy en Huesca, pero en 1053 la ciudad y la mayor parte del territorio de Huesca todavía eran musulmanas).
El documento de donación de los condes Enneco y Toda se suscribe en el nombre de Jesucristo y, bajo él, de los tres hijos coronados y malavenidos de Sancho III el Mayor: "Garsias -Garcia Sanchez III- rex in Pampilonia et in Castella, Fredinandus vero rex in Legione et in Gallezia, (et) Ranimirus rex in Aragone". Solo un año más tarde, en la batalla de Atapuerca (1054), las tropas de Fernando matarían a su hermano mayor el rey García Sanchez y se harían con la corona castellana, mientras que los Señores de Bizkaia iniciarían su baile de lealtades entre el declinante reino de Pamplona y el pujante reino de Castilla en el que habrían de tener un notable protagonismo.
Por muy bello que hoy nos parezca el emplazamiento de Gaztelugatxe, la donación piadosa de una roca esteril e inaccesible a la orilla del mar Cantábrico al monje Zianno de San Juan de la Peña hubiera resultado un acto absolutamente vacío si al mismo tiempo no se proveía al monasterio de las rentas, terrenos y trabajadores agrícolas necesarios para su mantenimiento, para que los clérigos pudieran dedicarse a la oración por la salvación del alma de Enneco, Toda y sus familiares. Aquí es donde aparece el caserío Erkoreka -escrito así, con dos "k"s, como puede verse en el pergamino-.
En efecto, los Señores de Bizkaia, "para remedio de nuestras almas", ordenan que se entregue al abad Zianno un conjunto de heredades en el lugar que llaman Vermeio, que incluye "casas y tierras y manzanares y pomares". En concreto, se especifica en la donación, que "damos en el lugar que dicen Erkoreka toda la heredad que tenemos, libre de obligaciones". Igualmente, y en el mismo acto, Lope Garces de Arratia, otro de los miembros del séquito del Señor, entrega a San Juan de la Peña todos sus bienes raices en la villa de Arstegiza libres de deudas y obligaciones.
Hoy pudiera parecernos que el caserío Erkoreka se encuentra situado en un lugar remoto y marginal de la geografía vizcaina, pero hace mil años no era percibido de esta manera. Erkoreka está ubicado en un rellano o terraza natural a media ladera solana, a 101 metros de altitud, con la espalda protegida de los vientos marinos del noroeste y la cara siempre expuesta al sol desde los primeros rayos de la mañana, con unas vistas panorámicas extraordinarias que abarcan hasta la cima de Anboto, a 40 kilómetros de distancia en vuelo de águila. Es el "loco/leku" o emplazamiento perfecto para fundar una granja agrícola rodeada de manzanos hace un milenio. Es probable que los monjes exigieran a los colonos que plantaran trigo y viñas en sus terrenos, pues precisaban del pan y el vino en la liturgia cotidiana, y podríamos llegar a pensar que por aquí estuvo el origen del "txakoli-gorri" de Bakio... pero ese es otro cuento.
1053. Carta de donación de San Juan de Gaztelugatxe al monje Zianno de San Juan de la Peña, que incluye integramente las heredades de la casa Erkoreka.
Subrayados, los nombres de Enneco Lopez y su esposa Toda Ortiz, Sancti Ihoannis de Castiello, los términos de Bakio y Bermeio, y el "loco" (leku) de Erkoreka.
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Libro Gótico o Cartulario de San Juan de la Peña. Biblioteca de la Universidad de Zaragoza. M-417


Además, aunque esto pueda parecer menos evidente, Erkoreka se encuentra muy bien situado respecto a las antiguas vías de comunicación plenomedievales. Hace décadas que vengo insistiendo en que el mejor camino entre la cabeza religiosa del valle del Oka-Butron, que era el abad de Mungia, y la costa norte de Bizkaia, discurría por el collado de Zumetxaga, en las laderas del monte Jata, y no por las empinadas cuestas de Mañuas-Sollube por las que hoy zigzaguea la dificil carretera general. Este camino antiguo, que pasaba junto al caserío Erkoreka, es el que explica la fundación, en el collado más alto, de la ermita de San Miguel de Zumetxaga(Abside de la ermita tardorrománica de San Miguel de Zumetxaga (ca. 1220). La ventana con columnillas de fuste encestado está inspirada en la portada de Santa María de Estibaliz, fundada por las mujeres de la familia Lopez de Haro, siguiendo el modelo decorativo de la portada del monasterio de San Pedro de Cluny.), uno de los mejores ejemplares del escuálido arte románico vizcaino, y era sin duda el mejor acceso posible a San Pelayo -citado como "Santo Pelagio" en la carta de donación- de Bakio y, obviamente, a San Juan de Gaztelugatxe.

Topografía del asentamiento de Erkoreka: a media ladera, huyendo de la umbría y la humedad del fondo de los valles. Nótese la amplia lengua llana -"zabala"- de terreno de cultivo que se extiende hacia el sur de la casa. El lugar perfecto para un caserío vasco. Nótese también el curso del arroyo Zumetxaga junto al que discurría el camino medieval de Mungia a la costa norte a través del collado de San Miguel.


La fundación de Bermeo como el primer puerto comercial de Bizkaia y el temprano abandono de los monjes pinatenses de su incómodo establecimiento en el peñón de Gaztelugatxe hicieron que el camino del arroyo de Zumetxaga dejara de frecuentarse en la Baja Edad Media y que el caserío Erkoreka se reintegrara al patrimonio de las casas censuarias del Señor de Bizkaia. Gaztelugatxe también acabaría en manos privadas, las de la poderosa familia Abendaño.
Es evidente que la arquitectura actual del caserío Erkoreka no puede ser la misma que la "kasa", o mejor la cabaña, que se entregó al monje de Gaztelugatxe en 1053. La familia que habitaba Erkoreka Beaskoa tuvo un momento brillante en los años finales del siglo XV, cuando reedificó un gran caserío con las mejores técnicas constructivas de aquel momento; pero en las generaciones sucesivas se arruinó hasta en dos ocasiones y la casa, asfixiada por las deudas, fue vendida en concurso de acreedores y explotada en regimen de arrendamiento. Hoy solo se conserva la crujía lateral oriental de aquel magnífico edificio de hace 500 años, con sus enormes postes enterizos de roble manteniendo a duras penas su verticalidad. Todo lo demás ha sido torpemente renovado en el siglo XX.
Es deseable que algún día se pueda hacer una excavación arqueológica en su interior para intentar descubrir los restos de la milenaria "kasa Erkoreka", el primer caserío documentado de la historia de Bizkaia.
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Post Scriptum. EL APELLIDO "ERKOREKA": UNO DE LOS PRIMEROS APELLIDOS DE BIZKAIA.
Algunos me preguntan en privado sobre cuál es la relación histórica entre el caserío Erkoreka y el apellido Erkoreka y la respuesta es que la relación es directa,... además de algunas probables derivadas.
A diferencia de otros apellidos más comunes en toda Euskal Herria, que pueden tener su origen en múltiples focos y localidades vascas (Agirre, Etxebarria, Urrutia, Uriarte...) todas las personas que se apellidan "Erkoreka" tienen un origen común único que las enlaza directamente con el caserío Erkoreka de Larrauri (Mungia, Bizkaia). Creo que no existe ningún otro lugar histórico llamado "Erkoreka" en todo el mundo. Tampoco sabemos lo que significa etimológicamente esta palabra y ni siquiera estamos seguros de que sea una raiz en euskera antiguo.
La abrumadora mayoría de los apellidos euskaldunes de Bizkaia, Gipuzkoa y Lapurdi son nombres de casas. Lo que los expertos llaman "oicónimos"(Los motivos por los que los vizcaínos esten adscritos a un casería está fundamental por la ley de hidalguía, que debía probar su origen Bizkaiko y que mejor que poner el nombre de casería como familia.). Esto diferencia a los vascos de todas las demás familias linguisticas y culturales europeas. En Europa la mayor parte de los apellidos son patronímicos (hijos de xxx: Lopez, Ortiz, Sanchez...), o nombres de oficios o de rasgos identificativos de la persona. Solo los vascos, y algunos miembros de la nobleza europea, adoptaron masivamente como apellido familiar el nombre de su granja originaria a partir del siglo XV. La conclusión derivada de este razonamiento es que, siendo "Erkoreka" el nombre más antiguo de un caserío -el primer oicónimo- que conocemos en Bizkaia, el apellido "Erkoreka" es uno de los primeros apellidos vascos euskaldunes de la historia.

STA década, en 2026, celebraremos el quinto centenario del Fuero Nuevo de Bizkaia, piedra angular del Señorío desde el siglo XVI. Sin el Fuero resulta imposible entender nuestra historia y el papel de los vizcainos en la monarquía española. El Fuero ha generado grandes afecciones sentimentales y políticas, también duras polémicas y enfrentamientos cuyo eco llega hasta el presente.

Para comprender la Bizkaia actual y las ideas que conforman nuestro imaginario colectivo debemos entender el Fuero y su tiempo, pues su génesis ha tenido lugar de forma paralela. Entre esas ideas colectivas, fruto muchas veces más del deseo de ennoblecer nuestro pasado que de una realidad histórica, destaca la supuesta existencia desde siempre en nuestra sociedad de una tradición igualitarista y de una suerte de democracia representativa.

Los mitos siempre destacan aquello que importa en la sociedad del momento y por eso suelen ser bien recibidos. Entre los siglos XVI y XVIII, en los que la religión, la antigüedad histórica y la limpieza de sangre eran importantes, el llamado "tubalismo", el vasco-iberismo y el vasco-cantabrismo difundieron que los vizcainos (entiéndase vascos) fuimos monoteístas y casi cristianos antes de Cristo, que nuestra antigüedad era tal que "no datábamos", que habíamos sido los más feroces enemigos de Roma y que, además, éramos los únicos cuya sangre estaba limpia de mezcla con razas invasoras. Muchísima gente aceptó estas ideas como hechos incontestables.

A partir de mediados del siglo XVIII y en el siglo XIX, otras ideas cobraron peso en el imaginario colectivo sin que desaparecieran del todo las anteriores. En aquellos tiempos en los que la Razón y la Ilustración preparaban el triunfo del progreso, el liberalismo y la modernidad, una de esas ideas imaginadas fue el "igualitarismo" y carácter representativo inmemorial de nuestras asambleas. Se presuponía y daba como probado que nuestras leyes y costumbres se habían anticipado a las revoluciones americana y francesa, a la supresión de los estamentos sociales y a la igualdad de derechos de todos los ciudadanos. Dentro y fuera de nuestra tierra, muchísima gente, incluso culta, lo dio como cierto.

Aunque las míticas ideas sobre monoteísmo, antigüedad y limpieza de sangre se han difuminado mucho en nuestros tiempos, tan laicos y globales, la idea del igualitarismo primigenio permanece como referente político hoy en día. Buscándo un fundamento, se la hace entroncar con el Fuero Nuevo al proclamar este en 1526 la hidalguía universal de todos los naturales del Señorío. ¿Qué mayor igualdad? Pero, ¿se proclamó la hidalguía universal realmente por existir históricamente un igualitarismo o fueron otras las causas que motivaron su aprobación?

Los hidalgos eran la baja nobleza de la sociedad estamental. A finales de la Edad Media, en Castilla era hidalga cerca del 16% de la población. Muchos hidalgos vivían en la cornisa cantábrica y aledaños. Un censo de 1591 señalaba que el 76% de la población asturiana y el 86% de la cántabra era hidalga. En Bizkaia y Gipuzkoa, antes de 1526 también abundaban. En las montañas del norte de Burgos eran entre el 50% y 70%. Eran mayoría en algunos valles de Navarra, Lapurdi y Zuberoa. En cambio, en Álava solo suponían el 25%.

Cuando el Fuero Nuevo de Bizkaia estableció la hidalguía universal de los vizcainos por el hecho de serlo, y no por concesión, supuso un cambio sustancial. Surgieron tanto críticas como intentos de imitación, pero los otros territorios vascos y Navarra siguieron caminos diferentes. Gipuzkoa la promulgó para sus habitantes en 1610, pero no así Álava, donde el 25% de hidalgos se opuso repetidamente a la extensión de sus privilegios al conjunto de la población. Tampoco Navarra cambió su situación.

¿Cuál fue la causa de la extensión general de la hidalguía en Bizkaia? Hidalgos ya había un número importante y en territorios vecinos no vascos incluso muchísimos más. Y no parece haber sido la existencia de una tradición igualitarista vasca previa, ya que cada territorio actuó de forma diferente al respecto. Pero quizás si tiene que ver con la derrota de los jauntxos banderizos vascos en sus dos siglos de guerra contra las villas y el poder señorial.

A finales del siglo XV, con Bizkaia en vías de pacificación, continuaban los recelos y disputas entre las triunfantes villas y los jauntxos que controlaban las anteiglesias y, a través de las mismas, las Juntas Generales. En 1489, las villas acordaron no volver a concurrir a las Juntas. Incluso llegaron a intentar desvincularse del Señorío, lo que la monarquía frenó pues no quería que Bizkaia se debilitara.

Fue con esa situación de ruptura entre villas y tierra llana cuando, en 1526, las Juntas Generales, estando presentes únicamente representantes de las anteiglesias, acordaron actualizar el Fuero Viejo. Para ello nombraron una comisión de letrados y en un breve plazo aprobaron el Fuero Nuevo. Este estableció la base legal del derecho público y privado en el Señorío. Se aplicó tanto a la tierra llana como a las villas (salvo en el derecho privado en estas, pues regía el de Castilla) y detalló el derecho aplicable a los cargos y ámbitos que controlaban los jauntxos, confirmando de facto su control político del territorio. ¿Lo aceptarían las villas que, pese a ser ricas y muy pobladas, estarían en minoría?

Las Leyes 13 y 16 del Título I del Fuero convertían a todo vizcaino, fuera natural de anteiglesia o de villa, en hidalgo. Se trataba de un beneficioso cambio de estatus para los plebeyos, imposible de rechazar. Así que se aceptó de facto el Fuero por las villas, aunque estas siguieron ausentes de las Juntas y enfrentadas a las mismas durante decenios, hasta la Concordia de 1630.

De un plumazo, desde 1526 todos los vizcainos se convirtieron en nobles. Naturalmente, la mayoría eran nobles humildes y hasta pobres de solemnidad y su hidalguía no impedía que tuvieran que trabajar y tener un oficio. Muy diferentes a los nobles Parientes Mayores, ricos, con recursos y un férreo control de las instituciones. Pero todos eran iguales en teoría.

Con el tiempo, el imaginario social acabó asumiendo y glosando admirada esa igualdad en la nobleza (que no en la fortuna) como prueba de un igualitarismo primigenio. Nadie se preguntó por qué los Parientes Mayores la promovieron y qué obtenían a cambio. Como si algo así se diera gratis en una sociedad ferozmente estamental.

Me hubiera encantado conocer a la mente al servicio de los jauntxos, digna rival de Maquiavelo, que ideó la estratagema para conseguir que con el Fuero Nuevo los nobles de verdad mantuvieran el control del Señorío y las villas siguieran siendo minoritarias en las Juntas. La hidalguía universal de los vizcainos fue una jugada maestra de los Parientes Mayores, y consiguió ser aceptada sin que se cuestionara su intención. Aun hoy en día se atribuye a veces a un imaginario igualitarismo. A veces es necesario cambiar algo para que todo permanezca igual, sugería Lampedusa en El gatopardo. Y si nadie lo advierte, como en este caso, mayor es la victoria.



LEKEITIO 1797. SE NECESITAN CORSARIOS.
Oferta de empleo para marinos lekeitiarras de menos de 40 años.
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"Cualquiera que se quisiere alistar en el corsario que se trabaja en Santander, acuda al señor Santiago de Uriarte que vive en Bermeo, quien le instruirá de lo que llevará (lo que cobrará).
Se advierte que pasando de cuarenta años a ninguno se le admitirá"

Este cartel de oferta de empleo para marineros vascos apareció clavado en la portalada del nuevo ayuntamiento de Lekeitio a las nueve y media de la noche del viernes 12 de mayo de 1797 y fue mandado retirar por el alcalde Domingo de Olave. Por eso se ha conservado. Es un documento muy simple, pero excepcional. El alcalde envió al alguacil municipal a la posada de Juan de Ugaldea para que arrestara a los autores del cartel: el joven capitán bermeano Santiago de Uriarte y Lorenzo de Ibarraran -vecino de Ibarrangelu en su puerto de Elantxobe- patrón de un cachemarín atracado en el puerto lekeitiarra. Después de ser interrogados, Uriarte fue amonestado por colgar el cartel en un edificio público sin permiso de la autoridad.
No hubo ningún otro reproche. Aquel año todos querían participar por libre en la guerra anglo-española que se estaba librando en el mar, pero el corso no es país para viejos.

ADENDA ACLARATORIA.
Este barco corsario de 1797, que no tenía nombre antes de su botadura, estaba siendo construido en el Astillero de Santander, probablemente para poder armarse con buenos cañones de la Real Fábrica de Liérganes y La Cavada, que aquel mismo año visitaba Jovellanos. Los armadores eran una sociedad mercantil vasco-montañesa liderada por el comerciante Pedro de Larrea y Acha, natural de Arrankudiaga, pero con doble vecindad en Bilbao y Santander, y junto a él estaba su socio habitual en las importaciones de azúcar y cacao antillano Antonio Campo. Otros socios menores eran Marcial Antonio de Altuna, Juan Gutierrez, Manuel Gómez y Francisco Sainz, todos implicados en el tráfico de coloniales que se estaba viendo muy perjudicado por el corso y la armada británica.
En cuanto a la tripulación del barco corsario, los que ya se habían alistado eran quince marineros de Portugalete, un santurzano, así como tres pilotos de la Escuela de Náutica y dos marineros de Plentzia. El reclutador bermeano Santiago de Ugarte, que había sido contratado como segundo capitán, ya había colgado carteles de alistamiento similares a este en Bermeo, Mundaka y Elantxobe, donde tenía apalabrados varios candidatos y esperaba completar el rol de la tripulación en Lekeitio y Ondarroa, cuando fue interrumpido por el picajoso alcalde lekeitiarra. Por lo que se ve, solo quería marineros vizcaínos jóvenes y fuertes a bordo.

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